Así tomé el Código Da Vinci en el 2005, era un tema en su apogeo y yo estaba en Florencia estudiando y trabajando. Recuerdo que me desvelé como nunca en las hojas de este thriller, con un diccionario (de librito) al lado para buscar cada palabra que no entendía. Era una época anterior al facebook y la democratización de los smartphones.
Así comencé a preguntarle a mis maestras sobre la vida y obras de Leonardo.
En ese tiempo, obtenía algunos euros extras haciendo freelanceos. Así conocí al señor Valerio, que era director de una academia de arte en Montecatini y que había sido director del museo de Leonardo en Vinci, ¡la casa de Leonardo! Don Valerio era uno de los máximos estudiosos del genio renacentista en Italia en ese momento. Definitivamente lo ataqué con millones de preguntas. Él me enseñó que la vida real de Da Vinci trascendía todo lo que la ficción podía contar.
Mi locura por Leonardo se disparó aún más.
Al punto que con los pocos euros que ahorré compré un vuelo a París donde me hospedó un amigo.
De estudiambre, con una cámara análoga, otra digital, sin dinero y con el libro bajo el brazo, recorrí a pie la ciudad de la luz visitando cada uno de los lugares en donde estuvo Robert Langdon: el Louvre, Saint-Sulpice, el Panteón, etc. Luego hice lo mismo en Roma con el libro Ángeles y Demonios, pero eso será otra historia.
En Paríś me encontré por primera vez en la fantástica intersección de historia y ficción. El recorrido era, literalmente, de película. Así detoné un gusto por la lectura, la #historia y el #arte que al día de hoy son un pilar fundamental de mi vida.
Todo por atreverme a disfrutar una #lectura que nada tiene que ver con formación profesional y sí con el puro placer de recorrerla.
Por eso hoy te recomiendo que busques un #libro, el que sea pero que te llene de placer y de puro gusto.
Aquí te dejo algunas otras fotos, ahora de las que tomé con la cámara digital de ese entonces.